Fabián Jalife "Pasamos de la sociedad del cansancio a la sociedad de la hiperexigencia adaptativa"
Por Majo Acosta & Marta González Muguruza
En esta charla en profundidad, Fabian Jalife, fundador y CSO de
BMC Strategic Innovation,reflexiona sobre la sociedad fragmentada, ansiosa,
y donde la incertidumbre atraviesa política, empresas y vida cotidiana.
Entre el miedo líquido y el optimismo mágico, sostiene que la verdadera
conquista es el dominio del tiempo.
Hace un tiempo hablábamos de la sociedad del cansancio, ¿de qué tipo de sociedad
hablamos hoy?
El último libro de Byung-Chul Han, que es un analista hipercrítico de la cultura, pone el
acento en la esperanza. Sin embargo, crecen con fuerza, por otro lado, sentimientos de
añoranza, sobre todo en los "caídos" o a los que les resulta muy difícil sostenerse. Esa clase
media argentina fragmentada, hackeada, que desde hace décadas vive una movilidad social
descendente. Por lo cual, hay una fuerte tensión en ver al progreso como catalizador de la
esperanza y la certidumbre.
Hace unos días conversaba con una chica en Mercedes. Hija de un juez. Con el típico
aburrimiento de los pueblos que viven los que tiene 20 y pico. "Me quiero ir a ganar un poco
de dinero a Europa -me decía-. Emigrar para ganar dinero, crecer, progresar y algún día
volver". Esa es la fantasía. Tomo el caso de esta chica, y puedo tomar cien casos más. Las
expectativas son personales, individuales, no están ancladas a una narrativa, a un proceso
generacional ni a vehículos. Es una sociedad que dejó de tener motores nítidos, claros,
orgánicos de movilidad social ascendente, de progreso.
En este mundo "argentinizado", donde
la polarización y la imprevisibilidad se
volvieron la norma, las marcas también
enfrentan el desafío de diferenciarse en
medio de ecosistemas que se reconfiguran y
categorías que se desdibujan.
Entonces, ¿cómo está el mundo?
Está fragmentado desde el punto de vista del lazo social, y no solamente polarizado. Está
revuelto. Hay una amplia franja en el medio que no tiene anclajes identitarios ni anclajes
sociales estables, cuyas identidades están mutando. La gente dice: "No soy de clase media,
soy pobre o soy clase baja trabajadora, o soy clase trabajadora, o no soy clase", "La estoy
peleando como puedo" y ese es un poco el contexto.
Estamos en una sociedad que vive una multidisrupción: disrupción en la política, fuerte
disputa por los recursos económicos y por la hegemonía de la agenda política del mundo,
China, Rusia, India, actos simbólicos fuertes, sobreactuación de la potencia hegemónica de
Estados Unidos, que a la vez confronta con sus propios socios, tensiones con Europa. Un
Ministerio de Defensa que se convierte en Ministerio de Guerra, sobreactuación de políticas
duras hacia los inmigrantes, grieta, etcétera.
Yo le digo la "argentinización del mundo". El mundo entrando en situaciones beligerantes,
te den alguna certidumbre, algún imaginario de control o de dominio.
polarizantes, complejas y caóticas que generan mucho nivel de imprevisibilidad.
Hay una declinación de la función representativa y normativa de las instituciones globales,
regionales, locales. Hay liderazgos de sesgo más narcisista, no tienen que ver con ideología.
Desde el punto de vista ideológico, Milei y Trump tienen enormes distancias, uno pareciera
tener políticas proteccionistas y el otro ultralibertarias pero parecen gemelos. Tanto en la
política como en las empresas se ve el sesgo de la psicología de los líderes fuertes: de mentes
dominantes, narcisistas. Para mí es un indicador del nivel de incertidumbre y amenaza que
hay afuera, y obviamente eso genera estados de ansiedad y de temor y se buscan señales que
te den alguna certidumbre, algún imaginario de control o de dominio.
Hay una especie de recrudecimiento del "matonazgo", formas que habían quedado opacadas
por las democracias liberales y por los sistemas representativos.
¿Y a nivel individual cómo estamos?
El otro día estuve en Montevideo, en una empresa tecnológica de vanguardia, trabajando con un equipo sobre el
desarrollo de la capacidad adaptativa, de la capacidad de cambio. Algunos directores formados
en inteligencia, software, programadores reconocían estar muertos de miedo. "Estudié
una disciplina para olvidarme de tener que preocuparme por el trabajo. Y hoy, inteligencia
artificial mediante, no sé si en unos meses voy a tener trabajo".
Eso en el marco de una compañía que pasó de 4.000 a 40.000 colaboradores en pocos años y
que hoy está radicalmente migrando hacia el uso de la IA. Por lo cual, está la incertidumbre,
y la hiperexigencia adaptativa atraviesa todos los oficios y las disciplinas. Pasamos
entonces de la sociedad del cansancio a una sociedad de la hiperexigencia adaptativa, de la
hiperproductividad. Es una sociedad extremófila.
Y me parece que este tiempo tiene bastante que ver con eso, en ese sentido la sociedad está
bastante espartana, ¿no? En la disputa por los recursos, por el espacio, por la agenda.
Conversaba con colegas consultores y, con temor, uno de ellos me decía: "Hoy la IA lo hace por
mí, todo lo que yo podía aportar en términos de saberes, en términos de generar condiciones
para que la gente pueda elaborar, pensar, conocer, está comoditizado, está acelerado, está
eficientizado, está optimizado".
Hay un temor envolvente. El miedo líquido del que hablaba Bauman. Y a la vez hay iniciativas
que son más utópicas que distópicas, pero son extremas. "Vamos a vivir en Marte, vamos a
colonizar el espacio, vamos a vivir eternamente".
Nosotros como comunicadores, desde el lugar de las marcas o desde las agencias,
elegimos una narrativa. Nos paramos en un lugar y al mismo tiempo tenemos una
función social. Cuando conversás con las marcas, ¿dónde te parás en este momento
tan extremo? ¿Dónde es estratégicamente más sabio ubicarse hoy?
Está buenísima la pregunta. Por supuesto, no vamos a hacer una ley universal porque es caso
por caso, pero sí se pueden encontrar algunas constantes.
Por un lado, tenés el poder de marca y tenés el meaningful; tenés la diferenciación y tenés
la saliencia. La saliencia tiene que ver con actividad de marca, fragmentación de medios,
nuevos medios, redes sociales, etcétera. Y ahí el gran desafío es generar una estrategia de
saliencia vinculada a conectar con los distintos puntos de contacto que tiene cada marca en
su categoría; hay una gran complejidad para destacarte, lograr visibilidad, consideración,
etcétera.
La dimensión de la marca está más desafiada por la multiplicidad de medios y la multiplicidad
de emisores.
Desde el punto de vista de la diferenciación, las barreras de tecnología, de capitales, son muy
bajas en casi todos los sectores, por lo cual es muy difícil sostener la diferenciación; hay una
migración de la diferenciación más que nada a los factores blandos, a los culturales, a los
estéticos, a los estilos, a los experienciales, a los de servicio.
La mayoría de las marcas están desafiadas en ese sentido, porque en el sentido más material
de la propuesta de valor es muy difícil sostener diferenciales.
Con el agregado de que todos compiten con todos. Entonces, de repente tenías a Mercado
Libre mirando a Amazon y hoy tenés a Mercado Libre mirando Shein, y a Farmacity mirando
a Mercado Libre, y en breve podríamos comprar una Coca-Cola por Shein.
Todos van compitiendo con todos y se van desdibujando los límites de las categorías.
Tenemos ecosistemas que se van reconfigurando y que están buscando que vos pases más
tiempo y hagas más transacciones y con más barreras de salida del ecosistema. Es una de las
cuestiones que contextualiza el desafío de las marcas.
La incertidumbre impacta en todos los
niveles: profesionales temen por su
futuro ante la irrupción de la IA, mientras
las personas sienten que todo se volvió
hipertransaccional y que la movilidad social
está en retroceso.
¿Qué es lo que produce sentido hoy?
Relativamente uno podría decir: hay condiciones higiénicas y hay condiciones simbólicoemocionales.
Las higiénicas son pragmáticas. Son utilitarias. Miremos Argentina, el corte
de la sociedad 70-30. Con el 70 de abajo todo es hipertransaccional. Ayudame, visibilizame,
facilitame, dame rendimiento, permitime performance, simplificame, ayudame a llegar. Hay
una radicalización de accesibilidad por rendimiento. Y en el 30 de arriba, con matices: haceme
sentir único, personalizame, haceme sentir especial, mimame, distinguime.
Nosotros trabajamos mucho tiempo en consumo masivo y la estrategia era "fuerte al medio",
pero hace rato que eso no alcanza, todo es mucho más exigente y mucho más sofisticado.
Generar una estrategia de valor en un contexto fragmentado requiere segmentar, personalizar
y manejar muy bien todos los básicos de servicio; además encontrar factores de meaningful
que te permitan defender un valor particular que te diferencie sostenidamente, te genere
lealtad.
¿Por ejemplo?
Una marca que está trabajando muy bien es Mostaza. Porque entiende el 70 % del que
estábamos hablando sin alienar hasta un 10 % del 30 % de allá arriba. Mostaza viene
construyendo desde un lugar cercano, trabaja por la vía de la argentinidad, eso genera
empatía emocional, pero a la vez se traduce en beneficios más tangible, por ejemplo: las
hamburguesas son más grandes. Y aparte, como son argentinas, son más nobles, de mejor
calidad.
Y en la ejecución tratan de construir la apetitosidad; por lo cual es una marca que entiende
bien desde dónde pactar. Trabaja muy bien los factores de empatía, de adhesión, de conexión
y después lo que hace es acordar todo esto en la saliencia con influencers, con microhistorias
Granados, el Dibu, Francella, la argentinidad de hoy.
Nosotros trabajamos mucho tiempo en consumo masivo
y la estrategia era "fuerte al medio", pero hace rato que eso no alcanza,
todo es mucho más exigente y mucho más sofisticado.
¿Las segundas marcas se convirtieron en un fenómeno de época?
Son un gran fenómeno de época. Hace años, el consumo de ese tipo de marcas eran consumos
vergonzantes de supervivencia, consumos para no visibilizar. Hoy son consumos de
afirmación positiva.
La gente que las elige, visibiliza su elección, celebra su elección y dice: "Son iguales que las
otras, pero valen lo que cuestan. Son iguales que las otras, pero estas no me dejan de garpe,
me ayudan con mi bolsillo que está estrecho". Además de tener una función de accesibilidad
construyen equity porque son más cercanas y empiezan a generar confiabilidad. Todos los
consumos, cada tanto, están en reconsideración.
Kahneman dice que el ser humano tiene dos registros: el sistema de experiencia y el sistema
de memoria. Esto en branding tiene una implicancia enorme. En el sistema de experiencia,
vos vivís cosas. ¿Cuánto de la experiencia pasa a la memoria? La fantasía que uno tiene es
que somos una especie de memoria activa, que está todo el tiempo registrando. Pero en
realidad, la base empírica de los estudios da cuenta de que es muy poco. Entonces, ¿cuáles
son las condiciones para que eso que viviste en la experiencia pase a la memoria? Tiene que
haber un cambio, un antes y un después. Tiene que ser de alta intensidad emocional, es decir,
significativo.
El gran desafío que tienen las marcas es cómo ir a tu sistema de memoria dejando huellas
que generen continuidad en tu identificación con ellas. Al final del día de lo que se trata es
de la identificación.
En la estrategia de la marca, lo hace mejor cuando trabaja en segmentos más estabilizados
en términos de sus identificaciones, de sus goces, de sus hábitos, de sus rituales, que cuando
trabaja en una población que está mucho más expuesta a la fragmentación, a la exigencia
adaptativa, al cambio.
Si estás constantemente en estado de alerta, estás recalculando, los automatismos
inconscientes que hacen al sistema de memoria esté hackeado. Si el sistema 2 está todo el
tiempo interpelando al sistema 1 es muy desgastante.
Es la sociedad de la hiperadaptación extrema, de la hiperexigencia, porque cocodrilo que
duerme es cartera.
Hoy las compañías de tecnología, las Mercado Libre, son la agenda, no reaccionan a la agenda.
Las compañías de consumo masivo, no son la agenda. Reaccionan a la agenda. Hoy solo los
paranoicos sobreviven. Y ese es un datazo de la época. ¿Qué quiere decir? Que tenés que estar
todo el tiempo en un modo paranoico. Hace veinte años los paranoicos estaban en el Borda.
Hoy son presidentes.
Sí. Hoy tienen mejores y más condiciones para encarnar liderazgos, y compañías que están
disputando la hegemonía en sectores hipercompetitivos, que lideran la agenda, que va a
impactar en nuestra forma de consumir, en nuestra experiencia de vida, en nuestros hábitos.
La gran batalla contemporánea es con el
tiempo: "El tiempo es una de las mayores
conquistas subjetivas". Entre productividad
extrema y ansiedad permanente, la pausa se
convierte en un lujo que pocos pueden darse.
¿Pero a qué costo? Es un ritmo humana y emocionalmente imposible. Entre el
optimismo mágico y el miedo líquido, ¿dónde entra el tiempo? Hay una pausa que no
podemos hacer nunca.
El tiempo es una de las mayores conquistas subjetivas. Es una de las dimensiones más
valiosas. Alguien que pretende andar por la vida con cierto mindfulness personal, sentido de
propósito, cierto nivel de dominio de su tiempo...
El otro día estaba hablando con el vicepresidente de Recursos humanos de una compañía
muy importante. Y me comentaba, en relación con la complejidad del ambiente, que los
accionistas están acostumbrados a ganar y perder, por lo cual hacen duelo rápido, hacen
apuestas, no quieren perder ninguna, pero cuando pierden, dan vuelta a la página y a otra
cosa con un sentido muy pragmático.
El alto management suele estar muy tomado, muy presionado por el personaje, el narcisismo,
el estatus, una casa más, un viaje más o un goce prometido más, y eso hace que haya muy
poco management con lo que él llama "la libertad ganada".
En vez de estar el tiempo a merced, sometido, subordinado, bajo presión, etcétera, tener
cierto nivel de autonomía subjetiva.
Lo ves trabajando con C Level. De repente hay figuras que son muy temidas o respetadas
por la organización, y están todo el tiempo corriendo detrás del llamado de alguien y
reportándose. Muchas veces son frágiles, no vulnerables, frágiles, están sobreprotegidos,
muchos con síndrome de impostor.
Entonces el tiempo es una megaconquista subjetiva. Muchas de estas personas no tienen
dominio sobre su agenda. Les cuesta tener un espacio. Una pausa para poder tener una
conversación reflexiva o un espacio exploratorio. Están tomados por la operación. ¿Quién
está pudiendo pensar más allá de la inmediatez de dar respuesta adaptativa?
Por otro lado, si tenemos demasiado tiempo, nos volvemos locos de ansiedad, porque la
misma lógica hiperproductiva genera una especie de sanción moral. Estar sobreocupado
"es una suerte". La exigencia moral hace muy difícil una relación más contemplativa con el
tiempo.
Lograr una relación con el tiempo en donde te permitas compensar ese modo de explotación
intensiva con un modo curiosidad, descubrimiento, es muy importante a la hora de generar
insumos para poder pensar fuera de la caja y generar vías de innovación y reinvención.
Sí, y la importancia de cerrar también los ciclos para poder seguir.
Está buenísimo eso que decís, porque vas generando bases de apalancamiento para ir
haciendo movimientos superadores. Hay una metodología que nosotros llamamos "ecociclo"
que es muy valiosa y útil para esta época.
Vos estás gestionando tu marca y, en algún momento, si vos no leés nuevos indicios, no leés
tendencias, seguís explotando intensivamente eso que te trajo hasta acá, perdés sintonía.
Cuando vos generás espacio en tu agenda, liberás recursos, tiempo, pensamiento, y liberás
supuestos (que es lo más difícil de liberar), y los llevás a zona de "compostación", preparás
el terreno. Hacés las preguntas, indagás, explorás, investigás. Y generás nuevas apuestas.
Hay compañías y personas que estamos desarrollando, con mayor o menor dificultad, esa
capacidad ambidiestra. Pero cuando estás en zona de supervivencia extrema, todo esto es
imposible.
Necesitamos narrativas alternativas, entonces.
Hay marcas que lo hacen. Calm, por ejemplo. La marca de colchones. Frente a un mercado muy
estresado y que te interpela desde lugares tradicionales y comunes que van desde genéricos
vinculados a la calidad del colchón y la tecnología para el descanso, hasta las promociones,
construye un paradigma nuevo con códigos juveniles, con resolución práctica.
Calm construye una narrativa que tiene que ver con vivir la vida de manera relajada, con un
sentido del humor que te permite generar una empatía, ni pretenciosa, ni moralista, sino
vinculada a microplaceres cotidianos. Y va construyendo un lugar diferencial en el mundo
del bienestar con un tono, una manera.
Hablando de conceptos que cambian. La antifragilidad es un concepto que a la Argentina
le venía como anillo al dedo, las cosas que se benefician del desorden; antes se hablaba
de resiliencia.
La resiliencia quedó corta, y progre, ¿no? Hubo un cambio de época. Hace unos años hicimos
en BMC una presentación que decía "el propósito ha muerto". Estábamos viendo los primeros
indicios de lo que luego iba a ser el "post-wokismo".
No es que el propósito no sea importante, sino que los propósitos están vaciados de sentido.
Los propósitos hiperprometedores con una mirada universalista y moralista terminaron
generando una reacción con movimientos políticos vinculados al desencanto, al escepticismo,
al cinismo y obviamente a cambiar las prioridades de la agenda. Lo que llamamos la batalla
cultural.
En su momento era antifragilidad, yo le llamo ahora capacidades extremófilas y tiempo atrás
era la resiliencia.
Vamos al discurso político: el peronismo le hablaba al pueblo trabajador. El pueblo trabajador
fue saliendo del discurso, de la narrativa, fue dejando de ser el sujeto de interpelación de la
política en los últimos años. Con el PRO se instituyó otro sujeto,
el vecino, relacionado con la cercanía, el servicio, la gestión. A nivel nacional era el ciudadano
republicano mediatizado por las instituciones. Y en este tiempo, ¿quién es el sujeto del
discurso? ¿Quién es el sujeto del discurso político libertario? El sujeto. Los individuos "de
bien".
Los individuos tienen que dar esta lucha, son los espartanos, quienes no tienen que sucumbir
a las fragilidades de la vida.
La batalla cultural es una especie de guerra binaria, de autoafirmación de lo propio.
Una respuesta a las políticas de cancelación del paradigma anterior. Y en ese sentido, la
antifragilidad es casi lo que uno diría, una afirmación positiva más que negativa. Una condición
de existencia.
¿Del otro lado de la vereda, el otro discurso sería "que nadie se salva solo"?
Sí. Todo pendula. Cuando algo se extrema en una dirección, empiezan a aparecer
contratendencias en la otra.
Hay un sentido que se va revelando: la revalorización de la conversación, la revalorización
del encuentro, de la sensibilidad, de la consideración, del gesto de empatía, del gesto de
cercanía, de la posibilidad de tener un puente de diálogo.
Son microtendencias emergentes, que muy tímidamente empiezan a aparecer.
Pero en términos generales, cuando uno estudia todos los estratos de la población, nadie
piensa en volver hacia atrás. Todos los segmentos de la población están impulsados para
adelante; las marcas en cualquiera de los órdenes de las distintas categorías: desde las
marcas comerciales hasta las institucionales y las políticas, tienen como condición sine qua
non para ser consideradas en la propuesta de valor llevarte hacia algún lugar de valor futuro,
o presente o futuro. La nostalgia por estos tiempos no garpa.
Si todo es data, si todo es información y si todo es performance, estás en un presente continuo.
Hay una parte de nuestra agenda y de la agenda de cualquier brand manager o director de
marketing, que tiene que estar en el presente porque tiene que performar, porque van las
cuestiones de supervivencia ahí.
Pero cuidado, si solamente estás ahí, empezás a perder dirección, capacidad de liderar la
agenda, de leer indicios, de ver señales de potenciales demandas que están en ciernes.
Adolescencia
Pensemos en la serie Adolescencia, que fue multipremiada en estos días. La adolescencia
es el espacio por excelencia de los pasajes al mundo adulto. Y en el pasaje al mundo adulto
tenés chicos con ese nivel de dificultad para para localizarse en la ética, en los diques de la
moral; para localizarse respecto del lugar del otro, para localizarse respecto a la identidad,
del descubrimiento del amor, del desarrollo de su capacidad y reducen, subsumen todo
eso en impulsos violentos, agresivos. Y la serie es un tratado de un estado de ansiedad, de
confusión, también de impotencia del padre para poder ofrecer diques de contención y los
puentes de pasaje en el ritual de hacerse hombre. Es uno de los grandes desafíos que plantea
la época.