tecnología

El nuevo Silicon Valley es chino


El nuevo Silicon Valley es chino

Por Lalo Zanoni
Periodista especializado en comunicación digital y nuevos negocios.


En China todo se hace desde WeChat, la llamada app de las apps. Funciona tipo mensajería como WhatsApp pero además sirve para cualquier cosa que uno puede imaginar hacer online: chatear con amigos, conocer gente, jugar, mandar mensajes de voz, videos, escuchar música, pagar, reservar taxi, buscar un restaurante, pedir comida por delivery, viajar en transporte público, reservar un turno médico, enviarle plata a otra persona, tuitear, subir fotos al equivalente a Instagram, darle una limosna a una persona en la calle vía QR. En algunas ciudades chinas el perfil de WeChat ya sirve como documento de identidad. En fin, todo. Más que una app, el software chino ya es un sistema operativo. “En China el smartphone es WeChat. Y la app sabe todo de cada uno de nosotros”, escribe Simone Pieranni, periodista italiano, autor del libro Espejo rojo, sobre China y el futuro tecnológico. Pieranni vivió en el gigante asiático durante ocho años y se hizo experto en ese país. Ahora su libro acaba de publicarse acá y es tan corto como contundente. Poco más de cien páginas que explican algo que ya intuíamos o habíamos escuchado pero no terminamos de entender. China. Cómo fue mutando, en poco más de una década, de superfábrica manufacturera de todo lo que tocamos día a día a bajo precio a líder tecnológico mundial de la actualidad. Cómo fue que después de años de imitar todo lo que se producía en Occidente, ahora es Occidente el que mira a China para generar innovación, nuevas ideas, nuevos negocios, etc. Asoman el 5G, la inteligencia artificial (pueden bajar gratis mi libro sobre el tema, Las máquinas no pueden soñar, en www.inteligencia.com.ar), IoT, smart cities, biotecnología, energía, cripto, robótica y, por supuesto, big data.
La ecuación es simple. Si en China hay unas 1400 millones de personas, ¿se imaginan todos los datos que acumula Tencent, la empresa dueña de WeChat, a cada segundo? China es la Arabia Saudita de los datos, como la definió Kai-Fu Lee, el gurú taiwanés de la innovación, que también escribió un libro sobre IA. La tesis es que cuanto más datos digitales (y de mayor calidad), más desarrollada y avanzada será la inteligencia artificial. ¿Y qué otro país tiene más datos que China? Ninguno.
Por supuesto que China también tiene al gigante de comercio electrónico Alibaba (con Alipay, su sistema de pagos online) y una cantidad impresionante (varias miles) de startups, empresas y unicornios que abarcan todo el ecosistema tecnológico. Por ejemplo, Huawei que le vende al mundo celulares más baratos y también infraestructura como antenas para 5G. O Xiaomi.
Ahora bien, frente a esta poderosa China están los Estados Unidos, que no quiere perder el tren del liderazgo tecnológico y también, por supuesto, tiene su poder. Facebook, Amazon, Apple, Microsoft y Google. Nada menos. Así que la guerra ya está declarada y ganará quien más y mejor controle los datos de las personas (¡saludemos a la privacidad que se va!) y desarrolle más y mejor tecnología. Al infinito y más allá.

* * *

Escribo esto y resulta paradójico que, mientras pensamos el futuro con inteligencia artificial, cámaras con reconocimiento biométrico y big data, un megabarco carguero llamado Ever Given (uno de los mayores portacontenedores del mundo) quedó encallado en el Canal de Suez y bloqueó el paso de los demás. Más de cuatrocientos buques no pueden seguir camino hacia su destino y eso genera pérdidas de miles de millones de euros diarios y ralentiza el comercio mundial generando una suba en algunos precios. Repito: un barco taponó el Canal de Suez y los otros no pudieron pasar durante una semana. Explotaron los memes en las redes, obvio.
El nuevo Silicon Valley es chino - revista reporte - Lalo
CFK vs. Google
Resulta que el 17 de mayo del año pasado si uno buscaba “Cristina Kirchner” en Google, en el “Panel de conocimiento” del buscador (la primera página de resultados) salía “Ladrona de la Nación Argentina”. El resultado duró unas horas, suficientes para que se viralizara por las redes y todos se rieran o indignaran (según de qué lado de la grieta estuvieran) por el “chiste”.
Alguien lo había modificado en Wikipedia, plataforma que Google toma como fuente principal para su primera página de resultados cuando uno tipea el nombre de alguien. En agosto, el abogado de la actual vicepresidenta, Carlos Beraldi, inició una demanda civil contra Google Argentina y exigió una “pericia informática” que sirviera como prueba. Google Argentina respondió: “A través de los medios hemos tomado conocimiento de que la Dra. Cristina Fernández de Kirchner habría realizado una presentación en la justicia en relación a un incidente ocurrido a mediados de mayo sobre cierto contenido en el Panel de Conocimiento al que en su momento le dedicamos toda nuestra atención y resolvimos de manera expedita, de acuerdo con los procedimientos y políticas establecidos para casos similares. El Panel de Conocimiento se genera de forma automática, tomando información de diferentes fuentes de la web”.
El caso divide aguas porque, obviamente, se mezcla la política. El asunto acá no es discutir si CFK es ladrona o no. El tema, creo yo, es que en algún momento vamos a tener que discutir el enorme poder que tienen plataformas como Google y Facebook en cuanto al manejo de la información. El problema trasciende los límites de nuestro país, es mundial. La pregunta surge sola: ¿es Google un medio de comunicación? ¿Y, por lo tanto, es responsable por los resultados que indexa y publica con información originada en otros sitios? Este es el debate de fondo.
Por un lado, Google dice que no se puede hacer responsable por los contenidos que producen sitios de terceros y que, además, se indexan sin intermediarios humanos, de a millones de palabras, automáticamente, mediante algoritmos. Pero, y esta es mi opinión, si la empresa los indexa y vende publicidad asociada a esos resultados de sus búsquedas, entonces es responsable. Google no es una ONG ni una fundación. Es una empresa privada que cada año factura miles de millones de dólares en publicidad. Pero además, junto a Facebook, forman un duopolio que pone de rodillas a la industria publicitaria: entre ambas, se reparten más del 80% de la publicidad online.
Por eso no es casual que tanto Google como Facebook tengan la misma postura: no aceptan que se las escrute como a un medio de comunicación (y cumplir las generales de la ley, como el resto de los medios como Clarín, New York Times o CNN). No importa si la evidencia los ubica como los principales portales de acceso a la información de los adolescentes en los Estados Unidos, por ejemplo (estudio de Microsoft, 2018). A estas empresas solo les importa lo que ellas mismas dicen que son: “Plataformas tecnológicas”. Y punto. Pero por más poder que hayan acumulado en esta última década, Google y Facebook (y Amazon, Apple, etc.) no deben funcionar bajo sus propias leyes.
Volviendo al caso CFK. En nuestro país hay algunos antecedentes de varias modelos que se vieron perjudicadas por los resultados que arrojaba Google cuando se buscaba su nombre y decidieron demandar a las plataformas. Una fue Silvina Luna. En 2008 su nombre aparecía en los buscadores asociado a links con ofertas sexuales y pornografía. Demandó a Google y a Yahoo por daños y perjuicios y, diez años después, la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones Civil y Comercial Federal falló a su favor. Los buscadores tuvieron que pagarle una indemnización por daño moral.
Otras personas demandaron a Google con fallos favorables. Paola Krum (2012), Natalia Denegri, la modelo Bárbara Lorenzo y Virginia da Cunha, entre otras. Todos los casos fueron similares: sus nombres aparecían asociados a porno. Más mujeres demandaron al buscador: Romina Gaetani, Soledad Fandiño y Eliana Guercio. También Xuxa. Los casos de María Belén Rodríguez y Analía Maiorana (hoy en pareja con el vicejefe de Gobierno porteño Diego Santilli) también son interesantes en este sentido.
En el caso de Da Cunha, ex-Bandana, la jueza en lo Civil N° 75, Virginia Símari, falló contra los buscadores, ordenándoles una indemnización por daño moral, al entender que “aun cuando en la actividad desplegada por los buscadores no media intervención humana por tratarse de procesos automatizados, no puede desligarse al titular de las consecuencias que generen sus diseños. Su quehacer constituye un servicio que facilita la llegada a sitios que de otro modo serían de muy dificultoso acceso y, además, esa facilitación hace precisamente al núcleo de una de las actividades centrales que desarrollan”.
Pero el caso llegó a la Corte, y el Tribunal Supremo revocó la sentencia que había dispuesto la responsabilidad de Google. “Los motores de búsqueda no tienen una obligación general de ‘monitorear’ (supervisar, vigilar) los contenidos que se suben a la red y que son proveídos por los responsables de cada una de las páginas web. Y, sobre esa base, se concluye en que los ‘buscadores’ son, en principio, irresponsables por esos contenidos que no han creado”, fue la explicación. Para la Corte, los buscadores son una ruta para acceder a un determinado lugar y no se puede sancionar al responsable de hacer el camino por un delito que se pudiera haber cometido “a la vera de ese camino”. Similar fallo recibió el caso de la modelo Lorenzo.

* * *

El barco tapa el canal de Suez. China y WeChat. El big data y Google. El coronavirus. El nuevo mundo del futuro, digital y tecnológico, ya está entre nosotros. Irrumpe en la escena sin pausa y a los tumbos pero parece que todavía no estamos preparados para recibirlo.

* * *

El podcast “Mirá lo que te traje” de Radio Nacional es una delicia. Bobby Flores y Héctor Larrea se juntan cada semana para mostrarse buena música (en general rarezas de tango, jazz, folklore, chamamé, de todo). Durante una hora, desempolvan archivos, cuentan anécdotas, se ríen. Sin gritos ni grietas, sin pavadas personales ni estridencias. Un oasis en el desierto de pura radio. Ideal para descubrir buena música. Está en Spotify. <escuchar>

descargar revista en pdf

Anuncian en la edición #139